El café, la apuesta y el bostero

La flaca, con más cara de culo que de muchos amigos, me deja el pocillo en la mesa y me pregunta si quiero azúcar o edulcorante. Nada, le digo. Al azúcar me lo prohibieron, y el edulcorante me deja gusto a mierda en la boca. Le pido el diario, pero creo que no me escucha, porque cuando termino de hacerlo, ya está acodada en la barra mirando el reloj de la pared. Me levanto y lo manoteo de mala gana de una mesa vecina.

Cuando me siento nuevamente, me arrepiento. Podría haber aceptado el Chucker, si al gusto a mierda en la boca ya lo tengo. No puede ser que hayamos empatado con estos gallinas. Me los estuve fumando toda la semana pasada, con que nos iban a pintar la cara, que son el Barcelona cordobés, y que iban a ser locales otra vez. Pensar que hace un par de años, si no vivías en Córdoba, no te enterabas ni siquiera de quienes eran los rivales. No aparecían en DirecTV ni por asomo. Y ahora están super agrandados. Y nos rascan un empate. Y Ardente fue figura. Y siguen los problemas para hacer un gol. Y… y la puta que lo parió! Será que fue un buen resultado? No! Es una mierda! Tenía apostado un asado y tres botellas de fernet. Con 4 gallinas distintas. Después de haber perdido apuestas en este campeonato contra River y Belgrano, haber ganado algo hubiese levantado la moral. Pero no. Empatamos. Que lo parió!

Meto el primer sorbo, y lo confirmo: el gusto a mierda persiste. Pero no es el café. Veo entrar por la puerta a quien espero, y sé a qué viene. De lejos, se divisa la inconfundible cara picada por viruela de Omar. Lo saludo como es habitual:

– Qué hacés Membrillo?

– Todo bien Sanjua. Vos?

– Aquí ando. Puteando.

– Qué te pasó? Si todavía no les ganamos?

– Andá a cagar, pelotudo.

– Jejeje… vengo a que le pongamos nombre al partido del domingo.

– No, paso Membrillo. Este año me fue como el culo con las apuestas. No gané ninguna. Y por los partidos que ganamos, no enganché a ningún gil. Por cábala, no apuesto más.

– JUAAAAAAAAAAAAÁ!!! TE CAGASTE!!!! Sos un cagón!!! Eso es de hincha de equipo chico!!!

– Equipo chico las pelotas… Te dije que es por cábala.

Omar comienza a imitar una gallina, revoleando los codos mientras guarda las manos debajo de los sobacos. Pero lo que me jode, es ese cocorocó alargado, estridente, para que lo escuchen todos los presentes en el bar, totalmente carente de vergüenza.

– Dejate de joder! – le replico -. Si tenés un cagazo bárbaro de que te acepte la apuesta!

Agarro, nervioso, la cucharita del café. Para qué agarro la cucharita? Si no hay nada en el fondo del café para revolver. El sabor en la boca no cambia.

– Naaaaa… Te doy 2 goles de ventaja, y no me cuento los que haga Carlitos.

Me dan ganas de retrucarle que yo no me cuento lo goles de Magnin. Si total…

– No te hace falta. Si la figura de tu equipo va a ser el árbitro.

– Uhhh, vos también?

– Y sí, pelotudo. Si lo están choreando al torneo. Parece la Libertadores que ganaron las Gallinas en el 2015.

– Dejate de llorar. Mirá, hagamos así. Si gana San Martín, yo te pago una caja de 6 botellas de fernet. Si gana Boca, vos me traés de San Juan un frasco de dulce de cayote con nueces.

– Alcayota, pelotudo!

– Jajaja… alcayota?!?!?! Qué es eso?

– Se llama alcayota, no cayote. Si querés cayote, vas a tener que ir a Salta. En San Juan se llama alcayota.

– Bueno, como quieras. Apostamos?

– Te dije que no. No me rompás las pelotas.

– Te doy el empate.

– No me hace falta. Con tener a tu hermana ya me arreglo.

– En serio no me vas a apostar? Tanto cagazo tenés?

– Te dije que es cábala, Membrillo. Y si viniste solo a eso, no perdás el tiempo y tomatelás!

– Sos muy puto! Seguro que uno de “Los Desamparados” no se cagaría!

Esa dolió. Tomo el segundo sorbo. Ya está frío. Y se intensificó el sabor a mierda.

– Y no… si en la puta vida van a tener la posibilidad de apostarle a uno de Boca. A no ser que ustedes desciendan un par de categorías! Y no los nombres que da frío!

– Noooo!!! Nunca en la B. Único equipo, siempre de primera. Dale! 6 botellas de fernet contra un frasco de dulce de acayote!

– Alcayota, inútil!

– Como mierda se llame – mientras extiende su mano abierta, predispuesta a estrecharla en un gesto de indisoluble acuerdo.

Lo miro a los ojos con ganas de mandarlo a la mierda. En cambio, apuro el café de un solo sorbo, y me levanto.

– Te dije que no. Voy a cambiar la cábala.

Dejo 50 pesos sobre la mesa (rogando que alcance), y enfilo para la puerta. La cara de decepción de Membrillo lo dice todo. Me ve salir por el salón, como un león ve partir a la presa que no pudo cazar. Atravieso la puerta de ingreso, y cambio el placer del aire acondicionado, por una brisa caliente y húmeda que me recuerda los casi 35º que hacen afuera. Puteo para mis adentros, mientras escucho, a lo lejos, nuevamente el cocorocó estridente que emite Omar, aún desde adentro.

Le echo una puteada en voz baja, completamente imperceptible para él. Y me alejo repasando el encuentro.

“Seguro que uno de ‘Los Desamparados’ no se cagaría! “.

El amargo en la boca se intensifica. ¡La puta que te parió, Membrillo! No te puedo creer que nos comparés con esos! Qué mierda sabés vos lo que haría un hincha del Víbora?!?! Si no te cruzaste nunca con un hincha de Desamparados!!!

El pensamiento se intensifica…

Querés que te diga una cosa? No sé qué mierda harían! Pienso que arrugar. O no. No sé. Ni lo voy a saber, porque no van a tener la oportunidad de apostar en un mano a mano con Boca!

El pensamiento ya es incontenible por la mente, y comienzo a balbucearlo en voz baja, abriéndose paso por entre la saliva espesa y amarga…

Y además sabés qué, Membrillo? Te hacés el pulenta ahora que no arrancamos bien! Que no le hacemos un gol ni al arco iris! Pero bien que después de haberte comido 6 en el 2013, no me querías ni ver, no!?!?!? Y dejaste pasar varios partidos antes de querer apostar de nuevo! Y sabés qué…? Seguro que todavía te duele! Y a mí todavía se me esboza una sonrisa de placer al recordarlo! Porque ese día será por siempre inolvidable! Para ambos!! Y me podrás sacar 10, 15 o 20 partidos en el historial. Pero como ese partido, no habrá otro!

A esta altura ya no presto atención a mi entorno. El ceño arremangado muestra mi estado de ánimo…

¡La puta que te parió, Membrillo! ¡¡¡Me cagaste la tarde con esa pelotudez que dijiste!!! Pero te vas a cagar… No te voy a dejar que además de la tarde, me cagués el resto de mis días…

Meto la mano en el bolsillo, y saco el celular. Busco en contactos el teléfono de “Omar (Membrillo)”, y lo llamo. Suena una, dos y tres veces. Antes de la cuarta, se escucha la voz de Membrillo:

– Qué pasa, cagón?

– Cagón las pelotas. De acuerdo, Membri! Se va a llamar “Una caja de fernet”. A pagar el primer día hábil de marzo!

Alcanzo a escuchar un “Dale!”, y le corto. No tengo ganas de hablarle.

Después de algunos minutos, y ya con el tranco más corto y aletargado, pero con el mismo sabor a mierda en la boca, me hago la última reflexión:

– Soy un pelotudo…!

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